viernes, 23 de noviembre de 2012

proyecto De Reglamento general de instrucción publica


LOS PROYECTOS EDUCATIVOS
DEL SIGLO xIx: MÉxICO Y LA
CONSTRUCCIóN DE LA NACIóN
rosalía meníndez*
resumen: Durante el siglo xix se ensayan diver-
sos proyectos educativos, tanto conservadores
como liberales. Sólo hasta la llegada de Porfirio
Díaz al poder consigue uno de estos proyectos vol-
verse realidad.
PaLabras cLave: educación, siglo xix, México,
Juárez, Díaz.
abstract: In the nineteenth century, several
conservative and liberal educational projects were
tried out, however it was until Porfirio Diaz’s rise to
power that one became a reality.
Keywords: education, nineteenth century, Mexico,
Juárez, Díaz.
191
recePción: 22 de marzo de 2011.
acePtación: 23 de agosto de 2011.
* Universidad Pedagógica Nacional.
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
©ITAM Derechos Reservados.
La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito.
NOTAS
LOS PROYECTOS EDUCATIVOS
DEL SIGLO xIx: MÉxICO Y LA
CONSTRUCCIóN DE LA NACIóN
Introducción
L
a política educativa que hoy día
se aplica en los diferentes espacios
y ámbitos educativos del país resul-
ta impensable si desconocemos o
ignoramos su pasado histórico, es
decir, su memoria; el presente artícu-
lo tiene por objeto presentar algunas
ideas, planteamientos y propuestas que
dieron origen a la construcción de
proyectos educativos a lo largo del
siglo xix; a partir de este material se
analiza la destacada labor de profe-
sores, pedagogos, políticos y edu-
cadores interesados en la educación
del país.
El siglo xix resulta de gran impor-
tancia y yo diría que es fundamental
para comprender la construcción de
192
un sistema educativo moderno orga-
nizado y dirigido por el Estado. De
allí la pertinencia de hablar de los
orígenes de la política educativa
contemporánea.
Iniciativas y ensayos educativos:
la construcción de la nación
mexicana, 1821-1854
El año de 1821 marca el inicio de la
vida independiente del país; el mo-
mento resulta complejo y difícil pues
es necesario imaginar a la nación y
dar paso a su construcción; las pro-
puestas son variadas pues son el
reflejo de los actores políticos invo-
lucrados en el moviendo independen-
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
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NOTAS
tista; borbonistas, iturbidistas, insur-
gentes y liberales, cada unos de estos
grupos con diferentes visiones cul-
turales e ideológicas; sin embargo,
existe un punto que los une e identi-
fica, el educativo; las declaraciones
gubernamentales de la época ilustran
el punto: “Nada puede contribuir
tanto a la prosperidad nacional, como
la ilustración pública y la acertada
dirección que se dé a la juventud”,
declara en 1823 el Supremo Poder
Ejecutivo de la joven República.1
Más tarde, Guadalupe Victoria declara:
“La ilustración sirve para la existen-
cia de las naciones, las educa y las
conserva”. Bajo esta misma línea,
Vicente Guerrero declara: “Conven-
cido de que las luces preparan y hacen
triunfar el imperio de las libertades,
abriré todas las fuentes de la instruc-
ción pública. Los gobiernos populares,
para quienes es un interés que los
pueblos no vivan humillados, se apre-
suran a dar a las artes y las ciencias
el impulso que tanto les conviene”.2
Podemos ver que este interés se
vincula con la necesidad de impulsar
el progreso, la libertad y la razón
en la joven nación, pero esto no será
suficiente: habrá que impulsar accio-
nes más concretas.
Ya el gobierno de Agustín de
Iturbide, en 1822, intenta considerar
el tema educativo; sin embargo, care-
1
François xavier Guerra, méxico del antiguo
régimen a la revolución, 1995, México, fce, p. 394.
2
Ibid.
ce de fondos suficientes para apoyar
un proyecto amplio, por tanto, éste
queda en manos de la Compañía
Lancasteriana,3 la cual debía fundar
con el tiempo escuelas elementales
y normales; el Estado quiere impul-
sar la educación, pero no cuenta con
los recursos necesarios; por ello, de-
berá valerse de instituciones alternas
que apoyen esta iniciativa.
El primer ensayo educativo se
presenta en el año de 1823 bajo el
gobierno del Supremo Poder Ejecu-
tivo, Proyecto de Reglamento General
de Instrucción Pública; en su art. 1°
se anota que la educación ha de ser
pública y gratuita. El art. 3°, todo ciu-
dadano tiene derecho a instruirse; nadie
ha de pagar por ella, y la instrucción
será uniforme y por los mismos mé-
todos y tratados elementales. Art. 6°,
se suprimen los gremios de maestros,
pues todo ciudadano tiene facultades
de formar establecimientos de ins-
trucción. Arts. 11° y 12°, la Instruc-
ción Pública estará a cargo de una
Dirección Nacional. Art. 33°, pres-
cribe que se establezcan escuelas
públicas de primeras letras para ins-
truir a los niños y formar sus costum-
3
La Compañía Lancasteriana fue fundada en
el año de 1822; los fundadores fueron: doctor Manuel
Codorniú, licenciado Agustín Buen Rostro, Ma-
nuel Fernández Aguado, coronel Eulogio Villau-
rrutia y profesor Nicolás Germán Prissete, susti-
tuido éste más tarde por el profesor Eduardo Tu-
rreau de Linieres. La primera escuela de la
Compañía fue ubicada en el local de la Antigua
Sala Secreta de la Inquisición.
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NOTAS
bres en utilidad propia y provecho de
la nación.4 Así mismo, se establece un
currículo para la primaria; en éste, se
presentan las asignaturas de lectura,
escritura, aritmética, geometría, gra-
mática, catecismo religioso y moral,
dibujo y dos materias fundamentales
para el nuevo Estado: Constitución del
Estado y Catecismo Político, es decir,
se da un espacio al tema cívico y por
tanto a la formación (si bien incipien-
te) de ciudadanos.
Este proyecto consideró la edu-
cación de las niñas y de los adultos
y se ordenó la creación de escuelas
para atenderlos.
La educación de primeras letras
fue la prioridad del gobierno, es decir,
la que atendía la enseñanza de la es-
critura y la lectura fundamentalmente,
aunque también se dio atención a la
educación superior; las carreras es-
tablecidas fueron: teología, jurispruden-
cia canónica y civil, medicina, cirugía
y farmacia y ciencias naturales.
Las buenas intenciones de Pedro
Celestino Negrete, Nicolás Bravo y
Guadalupe Victoria fueron eso: un
excelente propósito que no se llevó a
cabo; la razón fue la falta de recursos
económicos, maestros y espacios es-
colares.
A los pocos meses se instauró la
República Federal y se promulgó una
194
4
Ver Ernesto Meneses, Tendencias educati-
vas oficiales en méxico, 1821-1911, 1998, México,
Centro de Estudios Educativos y Universidad
Iberoamericana, p. 94.
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
nueva constitución política y un nuevo
plan educativo que se dio a conocer
en 1826.
Fue la segunda propuesta educa-
tiva; nuevamente encontramos la
insistencia de que la instrucción
pública se dé en establecimientos
destinados para tal efecto; se presen-
tó un currículo para primaria, que
incluía prácticamente las mismas
asignaturas que el anterior, aunque
destacan la inclusión de las mate-
rias de moral y urbanidad; además,
se incluye una nueva materia: “Cono-
cimientos de Derechos Civiles”. Se
continúa con el tema cívico, tan nece-
sario para una nación en ciernes. La
instrucción es obligatoria y se llevará
según el método lancasteriano. En el
Distrito Federal son los ayuntamien-
tos los encargados de impartir esta
educación: por cada pueblo de 100
familias deberá establecerse una es-
cuela; los maestros serán selecciona-
dos según lo acordado por el ayun-
tamiento; las plazas de instrucción
se otorgarán por examen público ante
un comité elegido por esta instancia
y éste se validará cada dos años.
Respecto de la escuela prepara-
toria, ésta enriquece su currículo con
materias un tanto científicas, como mi-
neralogía, geología, botánica, zoolo-
gía e incluye gramática de lenguas
antiguas. Por su parte, la formación
profesional se vería apoyada con re-
cursos como bibliotecas, colección de
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NOTAS
mapas, laboratorios y seis escuelas
de ciencias aplicadas: artillería, inge-
niería, canales, minería, puentes, ca-
minos, ingeniería geográfica y cons-
trucción naval. El proyecto ofrecía
grandes posibilidades; sin embargo,
tenía un problema: carecía de fondos
y no señalaba la manera de sostener
tan ambicioso proyecto.
La situación económica del país
impidió que estas iniciativas en ma-
teria educativa se pusieran en prác-
tica; se dieron reajustes y, para 1827,
surge un tercer plan educativo, el cual
busca nuevamente y con muy buenas
intenciones impulsar la educación
pública en el país; se precisa que todo
ciudadano debe saber leer y escribir,
además debe fortalecer la forma-
ción en urbanidad y civilidad; para ello
se incluyen las materias de urbanidad
y catecismo político; ambas materias
estuvieron unidas de alguna manera
al buscar como objetivo la formación
de buenos ciudadanos que respetaran
las reglas de la sociedad urbana; di-
chas materias compartieron espacios
comunes prácticamente durante todo
el siglo xix.5
En su art. 2° se indica que el
número de escuelas se adaptará a
la población de las parroquias; además
se habla de un cuerpo de inspecto-
res que deberá supervisar las escuelas.
Los maestros serán examinados; se
5
Al respecto, ver los trabajos de Valentina Torres
Septién y Jesús Marqués.
fijan sueldos de $100.00 para los
maestros y $83.00 para las maestras.
El art. 13° establece que la enseñan-
za es gratuita.6
Para 1832, durante la gestión de
Anastasio de Bustamante, el Sr. Va-
lentín Olaguíbel presentó ante la
Cámara de Diputados un nuevo en-
sayo educativo, proyecto sobre arreglo
de la Instrucción pública; en este do-
cumento se reconoce la difícil y pe-
nosa situación por la que atraviesa
la instrucción pública en el país, la
cual es el resultado de la inestable
situación política y económica; de
allí, que se plantee un plan sencillo
y económico para la educación.
En su art. 1° se anota: La enseñan-
za costeada por fondos públicos será
pública, gratuita y uniforme.
Art. 2°. La enseñanza privada
será libre, se impedirá que se enseñen
doctrinas contrarias a la religión ca-
tólica, la buena moral o contrarias a
la Constitución.7
El currículo de primaria para
niños incluye la materia de principios
elementales de religión y de moral,
y el de niñas incluye sólo materias
propias de su sexo: lectura, escritura
y aritmética; por supuesto, urbani-
dad y religión, y se suprime “Nocio-
nes de la Constitución”. Para el nivel
de preparatoria se eliminan once
materias y sólo queda con cinco. Fi-
Ernesto Meneses, op. cit.
Ibid., p. 116.
6
7
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
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NOTAS
nalmente, en su art. 172° se indican
las funciones de la Dirección Gene-
ral de Instrucción Pública: velar por la
enseñanza pública y cuidar que se
observen los reglamentos.
Este proyecto efectivamente fue
extremadamente sencillo, austero y
conservador; tanto que al año si-
guiente es cancelado; en 1833 se
desata la gran polémica en torno a la
iniciativa liberal de educación laica;
el vicepresidente Valentín Gómez
Farías presentó una fuerte reforma
educativa en la cual destacan los si-
guientes artículos: 1°. Se suprime la
Universidad de México y se estable-
ce una Dirección General de Instruc-
ción Pública para el Distrito Federal
y los territorios de la federación, la
cual tendrá a su cargo todos los es-
tablecimientos públicos de enseñanza;
será la encargada de nombrar a los
profesores de los ramos de enseñanza;
así mismo será la encargada de ela-
borar los reglamentos y designará los
libros elementales de enseñanza. Se
indica que todos los gastos derivados
de la instrucción pública serán paga-
dos por el gobierno. Esta reforma da
prioridad a la enseñanza primaria y
normal, pues son espacios funda-
mentales para la formación de ciu-
dadanos y para la formación de cuadros
para la enseñanza.
Con esta reforma educativa el
grupo liberal avanza, sus planteamien-
tos están sobre la mesa: la libertad de
196
enseñanza, la eliminación y distan-
ciamiento de la Iglesia católica en
temas educativos y la presencia del
Estado como el único que debe asu-
mir el control de la educación. Las
ideas que nutren el pensamiento del
cambio educativo están en el gran
ideólogo José María Luis Mora, para
el cual era indispensable establecer
“una enseñanza absolutamente inde-
pendiente del clero, enseñanza con-
trolada por el Estado, enseñanza que
trasmitiera el dogma liberal”;8 sólo
así se podría avanzar en la conforma-
ción de los nuevos ciudadanos que re-
quería la nación, por supuesto, liberal.
El momento político no era el
apropiado para impulsar una reforma
educativa liberal; la reacción no tardó:
el presidente Sana Anna no apoya la
iniciativa; ante las fuertes críticas y
reclamos, en 1834 derogó la reforma
y prácticamente pidió disculpas a
la sociedad conservadora del país;
los ayuntamientos vuelven a ser los
encargados de las escuelas de prime-
ras letras.
Los cambios en materia educa-
tiva continúan y se presentan nuevas
propuestas, aunque en esencia se
mantienen las mismas premisas,
unas defendidas por conservadores
y otras por liberales. En 1842, se expe-
día un nuevo decreto que declaraba
la educación obligatoria entre los
7 y los 15 años; además, debía ser
Francios xavier Guerra, op. cit., p. 396.
8
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
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NOTAS
gratuita. Se daba a la Compañía Lan-
caste ria la Dirección General de
Instrucción Primaria; con el cambio
constitucional este ensayo fue dero-
gado y para 1843 se redactó un nuevo
ensayo educativo a cargo de Manuel
Baranda y se anota “dar impulso a la
instrucción pública, uniformarla y hacer
efectiva su mejora y progresivos y
firmes sus adelantos”.9
La situación del país para la dé-
cada de los cuarenta era de caos, ines-
tabilidad, crisis económica, interven-
ciones extranjeras, guerras, etc. y aún
así, en medio de la total anarquía y
de los constantes enfrentamientos
entre liberales y conservadores, se
presentaban y debatían nuevos pro-
yectos educativos, muchos de ellos
sumamente completos y ambiciosos.
Con el fin de la dictadura santa-
nista, en el año de 1855, el país con-
tinúa en su intento por consolidar un
proyecto de nación; sin embargo,
aún está por definirse la línea políti-
ca que tomara las “riendas del país”.
Los liberales y el proyecto
educativo: vientos de cambio
“A partir de la segunda mitad del
siglo xix los liberales concentraron
sus esfuerzos en diseñar un proyecto
9
Josefina zoraida Vázquez, nacionalismo y
educación en méxico, 1979, México, El Colegio
de México, p. 32.
educativo moderno bajo la dirección
del Estado. La idea central era formar
a los niños en la escuela, es decir,
contar con una educación formal, la
cual debía de atender de manera
especial la formación cívica del
niño”.10 Siguiendo esta línea, François
xavier Guerra, señala que:
A través de la escuela se tras-
miten los cimientos ideológicos de
la enseñanza liberal: formar ciuda-
danos leales e industriosos. Es de-
cir, individuos políticos nuevos,
leales a la nación, que actúen como
agentes económicos autónomos.11
Por tanto, todas las iniciativas
estarán encaminadas a lograr dicho fin.
Los años que van de 1856 a 1867
constituyen un período de gran acti-
vidad en materia de legislación edu-
cativa. Juárez, a la cabeza de un des-
tacado grupo de liberales, consideraba
más que urgente pasar de las meras
iniciativas a la normatividad en ma-
teria educativa; sin embargo, mucho
de lo propuesto ya se había plantea-
do anteriormente, pero ahora se daba
fuerza a estas ideas al incluirlas en la
Constitución de 1857. El tema edu-
cativo quedó incluido en el art. 3°:
“La enseñanza es libre; la ley deter-
10
Rosalía Meníndez, “Nacionalismo y patrio-
tismo, fundamentos para la formación de ciudadanos:
los libros de texto de civismo para educación pri-
maria, 1876-1921”, en Las disciplinas escolares
y sus libros, 2010, México, ciesas, uaem, Juan
Pablos editores, p. 51-2.
11
François xavier Guerra, op. cit. p. 205.
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
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NOTAS
minará qué profesiones necesitan
título para su ejercicio y con que re-
quisitos se debe expedir”.12
En 1856 se establece la secunda-
ria para niñas, importante iniciativa
que coloca la primera piedra en la
construcción de la formación de las
futuras maestras; para el año de 1857
se dan las bases para la fundación de
escuelas normales.
Después de concluir la guerra de
Tres Años, en 1861 se promulga La
Ley de Instrucción pública para el
Distrito Federal y los Territorios Fe-
derales, la cual establece un nuevo
plan de estudios para la educación pri-
maria; los aspectos de orden cívico
son considerados en la asignatura
“Lectura y leyes fundamentales”; es
evidente el interés de los liberales
por dar a conocer la nueva legislación
liberal entre los niños. En este mismo
plan, las asignaturas “catecismo re-
ligioso” e “historia sagrada” son eli-
minadas definitivamente del currícu-
lo escolar por obvias razones como
consecuencia de la separación de
la Iglesia del Estado suscitado en el
año 1859; en su lugar, se establece la
materia de “moral”, que se aboca a
la enseñanza de los principios mora-
les y que se mantendrá hasta finales
del siglo xix.13
198
Josefina Vázquez, op. cit., p. 53.
Al respecto, ver Verónica Chavero Martínez,
La enseñanza de la moral a través de los libros de
texto para educación primaria, 1867-1908, Tesis
de Maestría, 2010, México, Universidad Pedagógica
Nacional, Ajusco.
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
12
13
La línea estaba trazada; como lo
anota Josefina Vázquez: “había que
arrancar la educación de las garras
del clero y difundir ampliamente la
enseñanza”. La política educativa
liberal avanza, y en 1867, se presen-
ta La Ley Orgánica de Instrucción
pública, la cual señala que la instruc-
ción pública es gratuita para los
pobres y es obligatoria; la enseñanza
religiosa desaparece totalmente, por
lo menos en la legislación. Dos años
más tarde se publica La Ley regla-
mentaria de Instrucción pública, que
establece la creación de la Escuela
Nacional Preparatoria, así como una
serie de cambios en los planes del
nivel primario y preparatorio.
El escenario educativo se había
transformado, aunque básicamente
en materia normativa; la realidad
educativa aún estaba es espera del
gran cambio; se requería de un pre-
supuesto importante para transfor-
mar la precaria educación del país.
Los esfuerzos fueron constantes y no
se veía el desánimo entre los conven-
cidos de las bondades de la educación.
Ernesto Meneses señala que, desde
1823 hasta 1865, se aplicaron ocho
planes de estudio para primaria, en los
cuales las asignaturas básicas eran:
Lectura, Escritura, Aritmética y Cate-
cismo Político; es decir, la enseñanza
de materias básicas para la formación
elemental, pero también algunas no-
ciones de educación cívica; todo ello
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NOTAS
fue considerado por los políticos e
interesados en promover un proyecto,
programa o solo algunas líneas sobre
la educación. Así, desde que México
obtuvo su Independencia, el tema ha
estado sobre la mesa.
Con la Restauración de la Repú-
blica en 1867, las asignaturas de
Urbanidad y Moral tuvieron a su cargo
la formación de valores en el niño; al
mismo tiempo se incluyó Rudimen-
tos de Geografía e Historia; la forma-
ción cívico-histórica del futuro ciu-
dadano avanzaba sobre camino firme,
los liberales contaban ya con la base
normativa para la construcción del
gran proyecto educativo liberal. Por-
firio Díaz será el arquitecto de la mo-
dernidad educativa del México de
entre siglos.
La modernización y el proyecto
educativo del Porfiriato
El proyecto educativo del Porfiriato
es uno: la modernización de la edu-
cación, con la idea de establecer un
sistema educativo nacional, federal,
uniforme, homogéneo, racional, laico
y controlado única y exclusivamente
por el Estado.14
14
Al respecto, ver Rosalía Meníndez Martínez,
modernidad y Educación pública: Las escuelas
primarias de la ciudad de méxico, 1876-1911”,
Tesis Doctoral, 2004, México, Universidad Ibero-
americana.
Porfirio Díaz procuró, por diver-
sos medios, transformar la sociedad
que había recibido y convertirla en
moderna, siguiendo para ello el ejem-
plo de los países avanzados; el orden
y el progreso, premisas básicas del dis-
curso positivista y del mundo indus-
trial en ascenso, nutrieron el contenido
de la modernidad. Para lograr este
objetivo, resultaba necesario e indis-
pensable contar con un Estado nuevo;
en este sentido, el pensamiento posi-
tivista ofreció importantes elementos
para su conceptualización: el orden
sólo podía ser alcanzado por un Estado
fuerte donde el presidente concentrara
amplios poderes y ejerciera un con-
trol total sobre la sociedad; la libertad
política sería sacrifica en aras de la
evolución social. El trabajo del gru-
po en el poder se centró en consolidar
un Estado poderoso que tuviera las
posibilidades de impulsar y sostener
un proyecto de nación; para ello, era
necesario modificar las estructuras
políticas y económicas vigentes. Para
lograr tan ambicioso objetivo, había
que transformar la sociedad y qué
mejor manera que por medio de una
educación moderna, libre, gratuita,
obligatoria y uniforme.
La mayoría de los educadores y
pedagogos de la época15 concebían
15
Enrique C. Rébsamen,Luis E. Ruiz, Ezequiel
Chávez, Justo Sierra, Enrique Laubscher, Grego-
rio Torres Quintero, Rosaura zapata, Estefanía
Castañeda, Miguel F. Martínez, Manuel zayas
Francisco Cosmes, entre muchos otros.
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la educación moderna como una edu-
cación racional, científica, objetiva, y
laica; para llevar a cabo el proyecto
modernizador resultaba indispensa-
ble que las escuelas fueran moderni-
zadas en sus espacios, mobiliario,
contenidos curriculares, libros de
texto y maestros; aunado a esto, la
educación debía lograr la uniformi-
dad, homogeneidad y obligatoriedad
en todo el país, pues sólo así se logra-
ría una exitosa difusión del discurso
liberal en todas las escuelas. El pro-
yecto era claro, los actores estaban en
el escenario: maestros, educadores,
pedagogos, políticos, ministros y a
la cabeza el presidente de la Repú-
blica, el General Porfirio Díaz; por
primera vez, la educación tenía un
rostro definido: la modernidad
avalada y sostenida por el régimen
porfirista.
Durante la gestión del Ministro
don Joaquín Baranda (1880-1901),
se logró conformar un proyecto edu-
cativo de corte nacional, con especial
énfasis en la educación primaria y la
formación de profesores; bajo su li-
derazgo, se obtuvieron importantes
avances en materia de legislación
educativa,16 pero sobre todo se logró
200
16
En 1884 se promulgó el reglamentó Inte-
rior para las Escuelas nacionales primarias; en 1887
se crea la Escuela Normal de Maestros; en 1888 se
promulga La ley de Instrucción primaria y se dan
varias reformas al Plan de estudios de Educación
Primaria; en este mismo año se promulgó La Ley
de Enseñanza Obligatoria.
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
la organización y realización de los
Congresos de Instrucción Pública,
celebrados en la ciudad de México
durante los años de 1889-1890 y
1890-1891. La celebración de los
Congresos educativos marcó un
parteaguas en la educación del país;
se puede decir que, a partir de ellos,
la educación inició realmente un pro-
ceso de modernización en diversos
ámbitos.
La segunda mitad de la década
de los ochenta del siglo xix repre-
sentó un momento particularmente
especial, pues durante estos años
se esgrimieron una serie de leyes y
reglamentos que dieron paso a la
creación de un marco normativo
para impulsar la modernización de
la educación; bajo esta dinámica, la
educación pública fue especialmen-
te atendida, en particular el nivel pri-
mario, aunque también se realizaron
importantes avances para normar la
educación privada.17 La élite educa-
tiva que rodeaba al General Díaz
buscaba generar nuevos enfoques
educativos con miras a establecer
una educación vinculada con el pro-
ceso de industrialización que se impo-
nía en el mundo; además, intentaba
formar nuevas generaciones de ciu-
dadanos trabajadores, sanos y disci-
plinados.
17
Al respecto ver el trabajo de Valentina
Torres Septién, La educación privada en méxico,
1903-1906, 1996, México, El Colegio de México-
Universidad Iberoamericana.
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NOTAS
La vida escolar fue trastocada por
los vientos modernizadores; se dio én-
fasis a la reformulación de los planes
y programas de estudio, que dieron
pie a la conformación de un currícu-
lo renovado; el establecimiento de
métodos de vanguardia, retomados
de experiencias norteamericanas; la
puesta en práctica de actividades
que enfatizaban la parte racional,
científica, cívica y práctica de la
enseñanza; todo ello formaba parte
de un ideal de formación moderna.
Los libros de texto no quedaron al
margen de estas transformaciones;
muy por el contrario, fueron objeto
de atención especial por parte de las
autoridades educativas, de los pe-
dagogos y de los maestros. Cada disci-
plina fue diseñando sus propios libros
de texto, elaborados de acuerdo con
la normatividad establecida, ya que
de no ser así, no tendrían posibili-
dad de ser aceptado en las escuelas.
A partir de 1885, la Escuela Normal
de Maestros se encargó de seleccio-
nar los textos para el ciclo escolar
correspondiente.
La preparación cívica e histórica
de los niños fue particularmente
cuidada por el Estado liberal; para su
enseñanza se contó con programas
y libros escolares especialmente
diseñados para tal fin; para 1887, el
currículo de primaria incluía una
materia nueva: “Instrucción Moral y
Cívica”; al respecto, Justo Sierra
anota: “en las escuelas primarias de
todos los ámbitos de la nación se for-
mará no sólo al hombre socialmente
hablando sino al ciudadano mexicano,
inspirado en los grandes ideales que
la patria persigue”.18 Todos los planes
de estudio posteriores incluyeron e
incluyen la materia de civismo.
La década de los ochenta fue
particularmente fructífera en materia
educativa, pues en este período se
organizaron dos importantes y fun-
damentales congresos: el Higiénico
Pedagógico (1882) y el de Instruc-
ción Pública (1889-1890), que inci-
dieron en la reorganización de la
educación primaria en el país; mar-
caron el inicio de una serie de refor-
mas que condujeron a la educación
pública a tomar nuevos caminos.
Para 1888, se publicó la Ley de
Instrucción pública; las materias
consideradas como básicas en esta Ley
incluían la: “instrucción moral y cí-
vica, la lengua nacional, la lectura
y escritura, las nociones de cálculo
aritmético y geometría, los elementos
de ciencias fundamentales de obser-
vación y experimentación, datos ele-
mentales de geografía y nociones de
historia natural, dibujo, canto coral,
manejo de los útiles de los oficios
mecánicos, ejercicios gimnásticos,
ejercicios militares (para niños) y la-
bores manuales (para niñas)”.19 Todas
Ernesto Meneses, op. cit., p. 447.
Ibid., p. 429.
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19
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
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NOTAS
estas materias estaban encaminadas
a fortalecer la formación cívica y cien-
tífica de los alumnos e implicaron
modificaciones en la estructura del
currículo.
A su vez, esta legislación enfa-
tizó el carácter de obligatoriedad de
la enseñanza elemental en el Distrito
Federal y Territorios, para varones y
mujeres de 6 a 12 años;20 de fondo
estaba nuevamente el plan para im-
pulsar una educación unitaria, que
ofreciera los mismos conocimientos
en todas las escuelas públicas; al ser
obligatoria la enseñanza, el discurso
liberal podía fluir más fácilmente.
La década de los noventa resultó
particularmente prolífica para la edu-
cación; se dieron importantes me-
didas que fortalecieron el aparato
educativo a cargo del Estado, el cual
tuvo cada vez mayores facultades
para dirigir la enseñanza pública. La
legislación hacía énfasis en los pro-
gramas y en los métodos. Al respecto,
la Ley reglamentaria de 1896 indi-
caba en el art. 66°: se establece una
Dirección General de Instrucción
Primaria, á fin de que ésta se difunda
y atienda con uniformidad, bajo un
mismo plan científico y administra-
tivo.21 Cada materia contaba con su
202
Ley de Instrucción pública, mayo 23, 1888.
“Ley Reglamentaria de la Instrucción
Obligatoria en el Distrito Federal y en los Territo-
rios de Tepic y de la Baja California”, en revista
de Instrucción pública mexicana, t. I. núm. 9,
julio 15, 1896, p. 257.
Estudios 101, vol. x, verano 2012.
20
21
respectivo programa, que detallaba
por año escolar las actividades y con-
tenidos que debían tratarse por grado;
el profesor contaba con una guía para
la enseñanza de los aspectos funda-
mentales del programa de estudios,
pero, sobre todo, con los lineamien-
tos para que impartiera solamente lo
estipulado por la autoridad.
En 1908 se promulgó la Ley de
Educación primaria, que si bien era
para el Distrito Federal y Territorios,
fue acogida en breve tiempo por todo
el país. Este documento expresa los
intereses del equipo diseñador de la
política educativa22 y, en particular,
la visión de Justo Sierra, responsable
de la educación del país; se destaca-
ban los aspectos prioritarios de esta
política, que se resumían en tres: el
aspecto moral y cívico, que ahora
adquiría tintes modernos, acordes
con el proyecto de industrialización
que invadía al mundo occidental y que
requería de la formación de ciudada-
nos obedientes y disciplinados; y los
aspectos científico y físico.
La política educativa del régimen
porfirista se sustentó no sólo en legis-
lación, sino que, por primera vez en
todo el siglo xix, se pasó de las buenas
intenciones a las acciones concretas;
22
Nos referimos a Justo Sierra, Ezequiel
Chávez, Enrique Laubscher, Enrique C. Réb-
samen, Joaquín Baranda, Justino Fernández, Luis
E. Ruiz, Gregorio Torres Quintero, Julio S.
Hernández, Abraham Castellanos, Estefanía
Castañeda, Rosaura zapata.
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NOTAS
un presupuesto y un espacio político
administrativo propio le dieron la
fuerza para poder esgrimir un fuerte
proyecto modernizador, por supues-
to, éste contó con el aval político de
Porfirio Díaz y con la inteligencia,
compromiso e iniciativas de maestros,
pedagogos y educadores mexicanos
y algunos de ellos extranjeros, que
ofrecieron grandes aportaciones a
la educación mexicana; destacan:
Enrrique C. Rébsamen, E. Laubcher
y Leopoldo Kiel entre otros. Todo
ello se conjuntó para la transforma-
ción educativa.
Consideraciones finales
El siglo xix da cuenta de una ardua
labor de hombres interesados en la
construcción de una nación imagi-
nada. Se buscan las ideas de intelec-
tuales, políticos, maestros, militares
y en general hombres con ideales a
veces un tanto románticos para trans-
formar un país tan desigual; sin em-
bargo, el propio avanzar del siglo con
sus duras sacudidas tranformó sus
ideas, ahora pragmáticas y racionales,
hasta llegar a mirar a la modernidad
como el paradigma de la nación
mexicana. El caos, la inestabilidad
política y económica no fueron limi-
tantes para construir un proyecto edu-
cativo; el desánimo no era parte del
siglo, muestra de ello es la cantidad
de documentación escrita a lo largo de
estos años: leyes, decretos, constitu-
ciones, reglamentos, manuales, libros,
y mucho más. El objetivo era claro: se
requería de la educación para cons-
truir y dar sentido a la nación.
Tanto los liberales como los con-
servadores mantuvieron una línea de
unión, a pesar de sus diferencias
ideológicas: la educación obligatoria
y gratuita; para los primeros, laica;
para los segundos, religiosa; claro
que los caminos se bifurcaron y fi-
nalmente el pensamiento liberal se
plasmó en el proyecto educativo del
porfiriato, el único que logró esgri-
mir un fuerte proyecto de moderni-
zación para la educación pública y,
con ello, sentar la base del sistema
educativo nacional del siglo xx. Los
resultados no estuvieron en la canti-
dad, sino en la calidad del proyecto
y en el impacto que éste tuvo en la
formación educativa de los niños y
jóvenes mexicanos del período de
entre siglos.
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